Esta historia va dedicada a todos aquellos que creen en los sentimientos del ser humano, es un canto a la vida, un canto al amor…
Juanpi y Marian, dos hermanos del alma, hermanos de la vida, se conocieron en la puerta del jardin “Los tronquitos”, llegaron de la mano de sus orgullosos papis, Ale y Gustavo, fue verse y entender que la union haria la fuerza en sus vidas.
Asi pasaron los primeros años de estos purretes y entre futbol y futbol, amasaron un idilio el uno del otro verdaderamente extremo.
Asi fue que en quinto grado cuando la maestra Clara, luego de corregir una prueba a Juampi le dice frente a toda el aula: “tendrias que esforzarte un poco mas Juampi, no podes comerte todas las eses cuando escribis y presta atención, no te distraigas” alli nomas y sin previo aviso aparecio Marian propinandole un soberano escupitajo en los pelos a la maestra al momento de un “que te pasha gorda, al Juanpi nadie lo reta, me entendistes” y si fue su primera expulsión, los dos estarian marcados de por vida con estos fallos.
En la adolescencia y mientras trataban de levantarse una minuza en visperas de su pubertad, el Marian se habia acomodado de una frente a la dulce cara de la niña ya para comerle los labios de un beso, pero la picara lo frena en seco con la mano en el pecho diciendole que se estaba zarpando, para que, ahí nomas Juanpi arremete contra la indigna propinandole una andanada de insultos y su expresión gutural “Epa atorranta, no jodas con el Marian o te voy a arrancar el cogote de una trompada, trola”, las consecuencias no se hicieron esperar ambos expulsados del boliche y a remarla juntos.
Asi fueron recorriendo la vida de excluidos, ellos no entendian el porque, las puertas se cerraban unas tras otras, pero de golpe una luz asomo en el horizonte de estos entusiastas amigos, mientras caminaban tomados de la mano en Florida y Lavalle se cruzan con una manifestación de la marcha del orgullo gay, siendo ambos muy bien acogidos por la multitud que los manoseaba y los hacia participes de sus festejos.
Ellos se sentian volar como dos colibríes entre los rayos del sol, la espuma y los petalos de rosas y tanta excitación los encontro cara a cara, abrazados y sudados, para luego entender que sus sentimientos ya no estaban ocultos dentro de si y se estamparon un beso que todos a su alrededor victorearon como el gol del diego contra los ingleses.
Y si, nuestros pimpollos enamorados ya se sentian participes de una sociedad que los abandonaba y volvieron con la fuerza de huracanes y tifones recalando a las filas de un equipo especialista en rejuntar fenómenos de todos los estilos RESISTENCIA Y CABERNET.
Ambos se sentian el centro de atención del campeonato y sus compañeros los elevaban hasta el rotulo de Dioses, porque la fuerza del amor los llevaba a lograr hazañas futbolisticas difíciles de comprender para el grupo.
Tendrian que verlos a los tortolitos buscandose el uno al otro, guiándose el ojo tras un gran pase o una asistencia de cara al gol que cada vez que convertian eran interminables festejos y revolcones por el pasto del campo de juego.
Pero esta historia de amor no tiene ese final feliz que todos esperamos porque sus destinos serian cruzados intempestivamente una mañana de septiembre por una persona ruin y malvada que les robaria para siempre ese foco de atención que caia sobre ellos, su nombre se escribiria para siempre a sangre y fuego, EL RODO.
El villano llego inspirado y sigiloso, aprovechando su momento logrando convertir dos goles y absorviendo el abrazo y la admiración de todos los presentes, eso fue demasiado, Marian y Juanpi se sintieron aterrados y en un momento de desesperación quieren asumir el protagonismo de una forma triste y tragica, en una escaramuza preparada de antemano por Juanpi tras pisar la pelota en forma de gaste se levanta una batahola que no pueden controlar, comiendose unos tortazos y lógicamente la expulsión del partido.
Ya nada fue igual, el tecnico aprovechando la ocasión realiza una limpieza dejando a nuestros heroinos excluidos de por vida del sagrado campo de juego.
Nunca se los volvio a ver, dicen los ecos de alguna voz olvidada por el tiempo que el Marian se subio a un ascensor en la torre condor y cortando los cables se dejo caer al vacio y su ultima expresión fue un “TE AMO JUANPI”, para luego dejar de existir.
Del pobre Juanpi nada se supo, pero Ale el padre de Marian sigue recibiendo las cartas perfumadas que llegan puntualmente todos los sabados esperando una respuesta que ya nunca llegara.
FIN
ESTA HISTORIA ESTA BASADA EN ECHOS REALES Y SE HA CAMBIADO LOS NOMBRES DE LOS INVOLUCRADOS PARA RESERVAR SU IDENTIDAD.
El coco Osvaldo